La Amistad en el Trabajo


Felipe González y Alfonso Guerra trabajan en la misma formación política, el Partido Socialista Obrero Español. Los dos fueron amigos hasta 1996. Desde entonces, nunca más volvieron a comparecer públicamente juntos hasta el pasado fin de semana que lo han vuelto a hacer en el marco de la Campaña Electoral del PSOE para las Elecciones a Cortes Generales Españolas del próximo 20 de Noviembre. El mitin andaluz batió récords de asistencia y audiencia mediática dado el peso específico y la innegable notoriedad de ambos veteranos militantes socialistas que, juntos, multiplicaron su tirón social.

Han tenido que transcurrir quince años para que Felipe y Alfonso recuperen su Amistad. Quince años en los que sin duda han dejado de aportar, por razones de índole personal, todo su potencial valor a la organización a la que pertenecen.

rajoy-y-cascos1.jpgEl caso de estos conocidos políticos no es inusual. En el Partido Popular podemos encontrar otro reciente ejemplo en las figuras de Francisco Álvarez Cascos y Mariano Rajoy, otrora buenos amigos, cuya controversia personal le hizo perder a la que entonces era su misma formación toda opción de gobernar el Principado de Asturias en la Elecciones Autonómicas celebradas este mismo año.

Estos ejemplos, obtenidos del ámbito político por ser de los más conocidos, son extensivos asimismo a otro tipo de entornos organizacionales, donde la quiebra de las relaciones personales entre compañeros de equipo conduce inevitablemente a la limitación de su contribución profesional a los fines colectivos.

El mundo laboral es quizás el entorno que más nos afecta (aunque desgraciadamente a este ritmo de destrucción de empleo, esto pueda perder pronto su protagonismo). Las relaciones personales entre los compañeros de Trabajo marcan indeleblemente su productividad pues ejercen de lubricante de todos los procesos de interacción necesarios para que se realicen convenientemente las tareas asignadas y se alcancen los objetivos deseados.

Por tanto, podríamos inferir que a mayor fluidez relacional mayor efectividad de las personas y por consiguiente, si entendemos la Amistad como el grado máximo de confraternización, sería este el estado deseado de un colectivo laboral. ¿Esto es cierto…? ¿Es necesario ser Amigos de nuestros compañeros de Trabajo para que los equipos rindan óptimamente…?

Pues, ni sí ni no.

Es evidente que no existe una respuesta única a estas cuestiones pues más que buscar un axioma de general cumplimiento, este dependerá muy mucho de las costumbres y características culturales del entorno al que nos refiramos.

Por ejemplo, en el caso de los estadounidenses, ellos contestarían afirmativamente y para corroborarlo baste con comprobar hasta qué punto interrelacionan interesadamente la vida profesional con la personal, conformando “profundas amistades de quita y pon” que llegan a sus manifestaciones más excelsas en las pantagruélicas barbacoas interfamiliares de fin de semana.

En Europa la situación es diferente y conforme nos trasladamos desde el Mediterráneo hacia el Mar del Norte la privacidad se impone en el carácter, configurando una suerte de individualismo calvinista que marca las distancias y limita cualquier exteriorización de los comportamientos amistosos.

Los ejemplos propuestos de USA y el norte de Europa coinciden en la alta productividad de sus empresas y difieren en el comportamiento relacional de sus empleados, por lo que esto no nos aclararía mucho respecto del protagonismo de la Amistad en el Trabajo.

Quizás la mejor salida a esta cuestión venga por considerar a la Amistad, no como condición necesaria de productividad si no a la falta de ella como condición suficiente de lo contrario, entendiendo que toda organización que no se preocupe de favorecer el buen entendimiento entre sus integrantes nunca podrá aspirar a salir de una inefable mediocridad que la enorme exigencia de los mercados actuales ya no permite y además castiga.

Algunos dicen que las Amistades las elegimos y el Trabajo nos elije, por lo que la mejor forma de equilibrar esta situación podría conseguirse logrando trabajar amistosamente, tal y como Alfonso y Felipe parece ahora vuelven a practicar…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro