El Liderazgo Humano en la Naturaleza

La única razón por la cual puedo escribir estas líneas es porque, en el origen de mi vida, acontecieron una serie de coincidencias genéticas que determinaron que yo perteneciera a la Especie Humana, la que más ha evolucionado de las que ahora pueblan este planeta, aunque esto se pueda cuestionar. Reconozco que he tenido mucha suerte pues esta circunstancia, totalmente fortuita y ajena a mis merecimientos, me ha permitido desarrollar una superior capacidad de raciocinio y emocionalidad que estoy obligado a utilizar de la manera más cabal.

No obstante, la realidad nos dice que esta posición de preeminencia parece no ha sido gestionada todo lo ética, generosa y honradamente que cabria esperar.

Si partimos de la consideración universalista de que todos los habitantes de la Tierra, con independencia de su coeficiente intelectual, debieran tener análogos derechos básicos en cuanto a seres vivos nacidos en ella, solo un rápido repaso por ciertas manifestaciones lúdico-festivas de la misma España (y seguro también de otros países) nos confirmaría la violación flagrante y constante de esta norma general.

Siempre he defendido, como ley distintiva de la evolución natural, que la misión de los fuertes frente a los débiles es la de ser más protectores que explotadores. Por esto, siempre denunciaré cualquier tipo de colonización humana que venga a privilegiar a unos respecto de otros por el arcaico poder de la fuerza animal. En este mismo sentido, baste solo formular una de las preguntas que mejor evidencian hasta donde hemos podido confundir, como especie Líder en la Naturaleza,  nuestra responsabilidad:

¿Por qué mayoritariamente todos condenamos el maltrato a las personas pero no todos lo condenan respecto al resto de seres vivos de la Tierra…?

La respuesta sin duda viene determinada por el firme convencimiento de algunos que consideran que los derechos de las personas son superiores a los de los animales, quienes deben estar a nuestro servicio en una suerte de esclavitud que se viene a disfrazar muchas veces de indefendible tradición artístico-cultural. Terrible confusión que convierte al Líder en Tirano pues mientras aquel trata por igual, este maltrata para acentuar todavía más la desigualdad y para demostrar vanamente su muy discutible superioridad.

Parábolas cinematográficas como la presentada en la aleccionadora saga El Planeta de los Simios no hacen sino constatar esta misma realidad pero con los roles cambiados entre hombres y animales. Una situación que entonces sí a muchos, hipócritamente, llega a incomodar.

Es evidente que la Humanidad ha sido muy egoísta al preocuparse únicamente de firmar una endogámica Declaración Universal de Derechos Humanos, olvidando al resto de seres vivos que también merecen la suya y que desgraciadamente… todavía no pueden redactar… 

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro