Lo Educado y lo Adecuado

 

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En estas fechas que corren he tenido la feliz oportunidad de compartir una Cena Aniversario de lo que fue mi añorada clase de preescolar y que luego sería de Enseñanza General Básica, ahora que casi todos sus alumnos hemos cumplido los 50 (pues algunos lamentablemente fallecieron ya).

Tras casi 40 años sin habernos visto muchos de los presentes, pasamos entre recuerdo y recuerdo una agradable reunión animada por las comparaciones entre el ayer y el hoy y las inevitables risas y chanzas sobre lo despejado o blanco de las cabezas de algunos y los kilos de más en las cinturas de otros, constatable realidad que obligó a más de uno a tenerse que identificar convenientemente ante las serias dificultades planteadas para ser reconocido por los demás.

Los tiempos cambian y en el sentir de todos (la mayoría, padres), una misma constatación: ¡ya no se educa como antes! Frase que lleva siendo repetida generación tras generación sin solución de continuidad y también, hay que decirlo, sin ninguna perspectiva temporal más allá de la estrictamente personal. Es evidente que nunca se educará como antes, pues no tendría sentido mantener algo mientras cambia todo lo demás. Otra cuestión distinta será que el sistema educativo actual no nos satisfaga y entendamos deba ser modificado para mejorar.

Es una realidad histórica y personalmente constatada que, incluso finalizando ya la década de los ´60 del siglo pasado, el reino del terror gobernaba la mayoría de los colegios religiosos de la España tardofranquista haciendo bueno aquello de… “la letra con sangre entra”, como alguna que otra cicatriz de mi cabeza así podría demostrar. Partiendo de esa base, poco de lo que ocurrió en las aulas pudo ser académicamente bueno y menos la educación recibida, al margen de algunos nostálgicos y sentimentales recuerdos personales que cada uno de nosotros nunca seremos capaces de apreciar con la suficiente objetividad.

En la actualidad, dicen los profesores que son ellos quienes acuden a clase con miedo. Es muy posible. Pero, más allá de las responsabilidades que con seguridad son inherentes al sistema educativo presente, en algo también deberán tener ellos parte de culpa, quizás por no desarrollar todo lo que fuera necesario sus competencias relacionales, aquellas que les permitan liderar a un grupo de chavales sin el recurso a la inaceptable y ya hace años periclitada imposición de la autoridad por el criterio del mando y castigo más dictatorial (Kurt Lewin). Es probable que los docentes de hoy no acaben de concederle todavía la importancia que merece su propio desarrollo en habilidades de liderazgo y de relación interpersonal (al mismo nivel incluso que el de sus conocimientos teóricos sobre las materias impartidas), tal y como ya valora cualquier directivo que aspira a conducir a su equipo de colaboradores por la senda del éxito empresarial.

La educación es la columna vertebral del desarrollo de las personas y condiciona muy mucho su transitar por la vida, pues establece las bases que determinan lo que entendemos como adecuado en cada momento para nosotros y para los demás. Sin duda, para muchos de los que estamos iniciando la cincuentena o incluso para otros más jóvenes, lo que es “Adecuado” ahora no puede ser deudor de lo que nos fue “Educado” entonces, realidad que prueba que el proceso de aprendizaje en las personas siempre exigirá continuidad, si lo que verdaderamente buscamos es vivir con pleno aprovechamiento y satisfacción las diferentes realidades que en cada momento de nuestra existencia nos va tocando afrontar y por qué no, también disfrutar…

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