La Humildad y Erwin Schrott

erwin-schrott.jpgErwin Schrott es sin lugar a dudas uno de los barítonos más solicitados actualmente en el panorama operístico internacional. A sus notables cualidades vocales se une su atlética apostura y una facilidad actoral que tradicionalmente es inusual en los cantantes líricos, más preocupados por la voz que por la imagen y el gesto.

anna-netrebko.jpgAdemás es el flamante esposo de Anna Netrebko, la extraordinaria y bella soprano rusa que en los últimos años triunfa apoteósicamente por doquier, levantando encendidas pasiones y a la que se disputan enconadamente todos los principales coliseos de la Ópera mundial.

Podríamos decir que ellos son ahora a la Ópera lo que Brad Pitt y Angelina Jolie al Cine, es decir, el glamur canoro de “Erwinanna” frente al cinematográfico de “Brangelina”.

Aprovechando que el Sr. Schrott se encuentra estos días en Valencia cantando el Dulcamara de “L´elisir d´amore” (Donizetti), el pasado sábado me lo presentaron y tuve la oportunidad de charlar personalmente con él unos minutos en la cafetería del Palau de les Arts Reina Sofía. Lo primero que le comenté es que el verano anterior pude aplaudirle, una vez más, escuchándolo interpretar al resignado y guasón Leporello de “Don Giovanni” (Mozart) en el Festival de Salzburgo y a su mujer, al día siguiente, en un “Romeo y Julieta” (Gounod) que puso a la Felsenreitschule patas arriba.

Dicho esto, semejante confesión de rendida y moto-viajera admiración podía hacer presagiar la más excelsa demostración de divismo por parte de alguien que parece pudiera tener “licencia para levitar” sobre el resto de los mortales, entre los que por supuesto me encuentro yo mismo. ¡Pues no!: conversamos tan sencilla y coloquialmente como lo pueda yo hacer a diario con cualquiera de mis amigos, también mortales ellos.

Siempre he admirado la contención de quien, poseedor de un talento especial y reconocimiento en algo, no se vanagloria públicamente del mismo dejando al criterio de los demás la consideración del premio a su valía. Sin duda, el único testigo imparcial del éxito.

Saberse competente en el desempeño de una tarea o actividad y no publicitarlo en cada oportunidad encontrada (o incluso buscada) es labor poco menos que imposible, de no atesorar la cualidad que distingue a todos los grandes hombres y mujeres que han sido merecedores de un recuerdo en la historia de la humanidad: ”La Humildad”.

Pero Humildad entendida no como una pose de falsa modestia encubridora de verdadera soberbia, sino como la constatación de que la notoriedad en algún área de la vida no puede presuponer superioridad análoga en las demás y ante los demás, por lo que nadie podrá ser mejor que alguien por muy bien que logre, por ejemplo, entonar las dulces e inmortales notas de una deliciosa partitura mozartiana.

Por todo esto y ahora, soy doblemente admirador de quien luce como gran cantante y brilla como mejor persona… Erwin Schrott.

 

Saludos de Antonio J. Alonso